martes, 14 de febrero de 2012

Crítica Puesta en Escena

Analía Sánchez y Ezequiel Matzkin se juegan con un unipersonal lleno de perversiones que hacen a una reflexión precisa y sustanciosa de la historia.
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"Las penas y las vaquitas,
Se van por la misma senda,
Las penas son de nosotros,
Las vaquitas son ajenas"

Atahualpa Yupanki

En un ranchito desolado donde intuimos que el sol raja la tierra y agrieta soledades, Lina comanda su pequeña tropa junto a Shila y Noelia, perra y gallina que serán compañía inmejorable de sus travesías.
Que bien se las puede imaginar haciendo sus tareas, compartiendo avistajes de estrellas y aunando fuerzas contra el miedo a la tormenta.
Una mujer ensimismada en la soledad de las piedras recupera en voz alta aventuras de sus días junto a La Shaila y la Noelia que intervienen en el silencio del día con hocicadas y diabluras.
Las palabras de Lina en boca de Analía Sánchez son puertas que conducen a otro espacio-tiempo, donde es posible ver en detalle todo lo que ese sol inunda, los recuerdos, las grietas y el olor posible de aquella ranchada.
Lo que comienza con un relato ancestral se va volviendo poco a poco a extrañar y el espectador comienza a develar el trasfondo de las travesías gauchas de esta mujer solitaria.
El hostigamiento cruel que esconde esa soledad infinita, el extranjero gringo que la explota y somete a trabajar la tierra deshojando horas bajo sol.
El texto es impecable y su tratamiento que desanda lo siniestro permite sorprenderse y tener en vilo al espectador que en el silencio de la sala se muestra atento y acompañando cada momento del relato.
El juego perverso del conquistador, del que llega para quedarse sin permiso.
La sabiduría mítica saqueada por la viveza de un extraño que vende espejitos de colores.
Todo se trastoca, el amor confundió lo poco que había y ahora  esta mujer  devastada aguarda sin refugio que aquella bestia regrese.
Analía Sánchez tiene la agudeza de una actriz vibrante y actual. Conduce la escena sin pedir permiso, convirtiéndose en una actuación memorable.
Tu ausencia animal es no saber que hacer con tanta libertad, es la compañía brutal y arrasante que ha dejado la marca cruel en la piel, que no deja sombra posible.
El clamor de la tierra que augura por un tiempo mejor, la voz de los oprimidos en la confusión de revelarse en voz baja.
 por Julia Laurent

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